Mustache in Hell nos pone en la piel de John Mustache, un policía con más bigote que paciencia que acaba de hacer un trato con la Muerte: si logra superar cinco zonas repletas de demonios, bosses y trampas, podrá volver a la vida. La historia es sencilla y sirve como excusa para lanzarnos a la acción, con algunos diálogos cargados de humor y referencias que funcionan de forma irregular. El protagonista no desprende demasiado carisma y a nivel narrativo todo queda en segundo plano frente al verdadero núcleo del juego: disparar sin parar.
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La jugabilidad sigue el esquema clásico de los twin-stick shooters. Con un joystick controlamos el movimiento y con el otro apuntamos y disparamos. La estructura de cada nivel es repetitiva: abrir un cofre, conseguir una llave, abrir una puerta y resistir una nueva oleada de enemigos. Existen tres tipos de salas: las que requieren derrotar a todos los demonios, las que generan oleadas infinitas hasta abatir a un mini-boss, y las de jefe final, donde es posible limpiar la sala antes de centrarse en la gran amenaza.
El arsenal es variado aunque limitado. La pistola tiene munición infinita, pero las armas potentes como la escopeta o el lanzallamas se agotan rápido. También aparecen armas secundarias como granadas, muy útiles en grupos grandes, y minas, menos prácticas y más difíciles de aprovechar. El problema llega con la dificultad: los enemigos empiezan a disparar, los espacios se vuelven reducidos y la IA se amontona sobre el jugador, lo que hace inevitable recibir golpes. Además, algunos fallos técnicos como proyectiles atascados en paredes o impactos que conectan antes de lo debido terminan generando algo de frustración.
A nivel visual, el estilo retro cumple pero resulta genérico. Los escenarios carecen de variedad y los jefes, aunque interesantes en sus mecánicas, no impresionan estéticamente. En lo sonoro la experiencia es mejor: la música tiene un aire retro agradable y acompaña bien a la acción, aunque los bucles presentan pequeños cortes que rompen la inmersión.
Superar el juego al completo puede llevar entre cuatro y cinco horas, incluyendo intentos fallidos y la búsqueda de coleccionables. La rejugabilidad es escasa y es difícil encontrar motivos para repetir la experiencia una vez terminado. Por su precio base se siente algo caro para lo que ofrece, aunque con un descuento puede ser una opción atractiva para quienes busquen un reto rápido dentro del género.
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En definitiva, Mustache in Hell es un título con buenas ideas pero poca ambición. Su propuesta es clara, mantiene el ritmo y puede entretener durante unas horas, pero le falta variedad, personalidad y pulido técnico. Es un juego que no muestra todo su potencial y deja la sensación de que sus desarrolladores podrían ofrecer algo mucho más sólido con más dedicación y testeo. Ideal para una partida casual en oferta, pero difícil de recomendar a precio completo.
*Este análisis se ha realizado gracias a un código de descarga para Nintendo Switch que nos ha proporcionado Renaissance PR