Hay juegos que entran por los ojos, y luego están los que también se quedan en el corazón. Bye Sweet Carole pertenece a esa categoría poco común. Lo nuevo de Chris Darril no busca el susto fácil, sino el estremecimiento emocional. Con una estética inspirada en la animación de los noventa y un tono que roza el cuento gótico, este título firmado por Little Sewing Machine se mueve como pez en el agua entre lo bello y lo incómodo.
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Y por cierto, como viene siendo habitual, la gente de Meridiem Games ha lanzado una estupenda edición física con cubierta reversible exclusiva, una versión digital de la banda sonora original y un libro de arte digital. Casi nada. Seguimos con el análisis si os parece ;)
Ambientado en la Inglaterra de principios del siglo XX, el juego nos pone en la piel de Lana Benton, una huérfana que busca a su amiga desaparecida, Carole Simmons. La investigación la llevará hasta Carrolla, un mundo paralelo donde la fantasía y la pesadilla se confunden. Entre orfanatos, cartas flotantes y conejos parlantes, Darril construye una fábula melancólica sobre la pérdida y la esperanza.
La historia recuerda a los clásicos de Don Bluth, pero con su propio acento europeo y una sensibilidad muy personal. Es imposible no detenerse a admirar cada escena como si fuera un fotograma pintado a mano.
Bye Sweet Carole se presenta como una aventura lateral en 2D con exploración, puzles y sigilo. La protagonista puede alternar entre forma humana y de conejo, lo que introduce mecánicas de movilidad y resolución de acertijos. Más adelante, otro personaje (el peculiar Baesie) amplía el abanico con habilidades únicas que añaden frescura a los capítulos finales.
El problema aparece cuando la fórmula se repite. Las persecuciones con enemigos invencibles interrumpen el ritmo y acaban siendo más frustrantes que tensas. Los controles, algo rígidos, tampoco ayudan en situaciones de precisión. Hay momentos en los que el diseño invita a la contemplación y otros en los que el propio juego parece boicotear su magia.
Pese a ello, los puzles están bien integrados en la narrativa, y el progreso mantiene el interés durante las 8 o 10 horas que dura la aventura. La dificultad se ajusta sin excesos, permitiendo centrarse en lo emocional más que en lo técnico.
Visualmente, Bye Sweet Carole es un espectáculo. Cada animación ha sido dibujada a mano, evocando la época dorada de Disney y DreamWorks. Los fondos son riquísimos, con detalles que invitan a detenerse. Es cierto que en Nintendo Switch, la compresión resta algo de nitidez, pero el conjunto sigue siendo admirable.
El sonido acompaña con elegancia: una banda sonora orquestal de Luca Balboni y un doblaje en inglés e italiano que transmite la emotividad del relato. Los textos en español están bien localizados y facilitan la inmersión, algo cada vez menos habitual.
El rendimiento es correcto, con cargas breves y animaciones fluidas. Algunos bugs y errores de inventario ensucian la experiencia, aunque previsiblemente se corregirán con parches. El control, sin embargo, necesita más ajuste: pequeñas imprecisiones que incomodan justo cuando más tensión hay.
En definitiva, Bye Sweet Carole es una carta de amor a la animación clásica y una muestra de que los videojuegos pueden emocionar sin recurrir a la violencia. Es un título imperfecto, con fallos que impiden que brille tanto como debería, pero también una de las aventuras más sinceras y visualmente impactantes del año.
Lo mejor:
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Dirección artística deslumbrante, digna de una película animada
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Banda sonora envolvente y excelente ambientación sonora
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Historia emotiva, con un final memorable
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Lo peor:
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Controles imprecisos en momentos clave
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Secciones de sigilo repetitivas y tediosas
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Pequeños errores técnicos y cargas frecuentes
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80 /100 |