Nadie se lo esperaba, pero 2025 va camino de convertirse en un año muy especial para los fans de Ninja Gaiden. Y dentro de esa avalancha de nostalgia y modernización, hay un proyecto que destaca por encima del resto: Ninja Gaiden: Ragebound, una entrega completamente nueva que recupera la esencia 2D. Lo sorprendente no es solo el regreso al formato clásico, sino que esta reimaginación corre a cargo de The Game Kitchen, el estudio sevillano detrás del exitoso Blasphemous, y que ahora se atreve a enfrentarse al legado de una de las franquicias más exigentes del género de acción. Publicado por Dotemu y respaldado por Koei Tecmo, este nuevo título promete ser mucho más que un simple ejercicio de nostalgia.
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La historia comienza con un mundo que se tambalea al borde de la destrucción, donde la barrera entre lo humano y lo demoníaco se ha roto. Aquí entra en juego Kenji Mozu, un ninja del clan Hayabusa que toma el relevo de Ryu Hayabusa, quien parte hacia América por motivos misteriosos. La demo inicial nos deja entrever este relevo generacional y una dinámica que irá más allá del simple reemplazo.
La jugabilidad es uno de los aspectos más pulidos del juego. Se nota la experiencia previa del estudio con juegos de dificultad ajustada y precisión en el control. Kenji se mueve con una agilidad fluida, escala muros, encadena saltos, corta proyectiles en el aire y ejecuta técnicas especiales. Cada encuentro con enemigos obliga a estudiar sus patrones y priorizar a los adversarios marcados con auras especiales, los cuales, si son derrotados correctamente, otorgan habilidades de un solo golpe que permiten eliminar a enemigos más duros o desbloquear caminos ocultos. Es un sistema simple en concepto pero profundo en ejecución.
La estructura de los niveles es directa, recordando a los títulos originales de NES. No hay mapas enrevesados ni caminos laberínticos. Cada fase dura entre 10 y 20 minutos y está cargada de combates, zonas de plataformas, enemigos colocados con muy mala leche y puntuaciones finales basadas en tiempo, combos y objetos recolectados. Esto no significa que sea una experiencia fácil: Ragebound sabe cuándo presionar al jugador. Quienes busquen un reto a la altura de los clásicos, lo encontrarán aquí sin que se convierta en una experiencia frustrante.
Visualmente, el juego es una delicia. The Game Kitchen ha optado por un pixel art moderno, detallado y lleno de vida, con animaciones fluidas tanto en personajes como en escenarios. Los entornos rebosan color y personalidad, desde aldeas en llamas hasta dimensiones oscuras habitadas por criaturas grotescas. A nivel sonoro, la banda sonora combina instrumentos orientales con una energía potente que recuerda al ADN original de Ninja Gaiden, e incluye contribuciones de compositores legendarios de la trilogía clásica, como Keiji Yamagishi y Ryuichi Niita.
Quizás lo más sorprendente de esta propuesta es lo bien que se siente su jugabilidad desde el primer minuto. Cada golpe, cada salto y cada esquiva están afinados al milímetro. La demo no solo sirve para captar la atención de los nostálgicos, sino que demuestra que The Game Kitchen ha entendido perfectamente lo que hace especial a Ninja Gaiden y ha sabido trasladarlo al lenguaje de los juegos modernos sin traicionar su esencia.
Con un lanzamiento previsto para el 31 de julio, Ninja Gaiden: Ragebound apunta a convertirse en uno de los títulos indie más destacados del verano. Y no lo decimos solo por su nombre. Si lo que hemos visto en esta demo es solo un adelanto, hay razones más que suficientes para esperar con ansias su versión final.