Los amantes de la conducción arcade siempre andan buscando ese título capaz de ofrecer carreras rápidas, intensas y accesibles. Rally Arcade Classics, desarrollado por el estudio español NETK2GAMES, llega con la intención de recuperar la esencia de los juegos noventeros, pero adaptado a los tiempos actuales. La consola híbrida de Nintendo recibe esta propuesta con una premisa clara: decenas de coches inspirados en clásicos del género, circuitos en múltiples superficies y un sistema de progresión que puede sorprender… tanto para bien como para mal.
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El juego no nos lanza de inmediato a la competición. Antes, será obligatorio superar una serie de pruebas de licencia que recuerdan inevitablemente a otros simuladores. Estas sirven como entrenamiento, introduciendo poco a poco al jugador en las físicas del título y a la importancia de dominar derrapes, frenadas y aceleraciones con precisión.
La idea es atractiva al principio, pero la curva de progresión se hace lenta. Completar licencias, sumar estrellas y desbloquear categorías puede sentirse como un requisito demasiado largo para quienes esperaban algo más directo y puramente arcade.
A nivel de contenido, Rally Arcade Classics no escatima: más de cuarenta vehículos ficticios basados en modelos reconocibles y casi cincuenta circuitos repartidos entre asfalto, tierra y nieve. Además, cuenta con diferentes modos de juego como contrarreloj, derrapes, carreras uno contra uno y campeonatos.
Sin embargo, no es todo oro lo que reluce. Muchos trazados comparten diseño similar y los eventos, pese a su número, tienden a repetirse demasiado. Lo que al principio resulta motivador (conseguir estrellas para desbloquear coches) acaba convirtiéndose en una rutina que puede cansar a medio plazo.
En cuanto a conducción, el título se ubica en un punto intermedio: no llega a ser una simulación pura, pero tampoco es un arcade desenfadado al estilo de los clásicos de recreativa. Los derrapes son el corazón de la experiencia y ofrecen un control satisfactorio, sobre todo cuando se enlazan curvas sin levantar demasiado el pie del acelerador.
El problema llega con su sistema de físicas: cualquier elemento del escenario como banderines o vallas ligeras son capaces de detener el vehículo en seco, rompiendo la carrera y generando frustración en el jugador. También se echan en falta circuitos con diseños más atrevidos, que aprovechen mejor las mecánicas de derrape prolongado.
Visualmente, el juego apuesta por una estética cercana a la era de los 128 bits, con un filtro CRT opcional que busca añadir un toque nostálgico. En Switch cumple, aunque arrastra limitaciones más que evidentes: pop-in frecuente, texturas irregulares y escenarios algo planos. Si bien en modo portátil la pantalla ayuda a disimular sus carencias, en sobremesa esas deficiencias se hacen más evidentes. El sonido acompaña sin grandes alardes. Nada que destacar en este punto.
La propuesta de Rally Arcade Classics está pensada para jugadores pacientes, que disfruten desbloqueando poco a poco y no teman la repetición. Hay suficiente contenido para mantener ocupado a cualquier aficionado durante semanas, pero quienes busquen partidas cortas y ligeras como un arcade puro, quizá se quede a medio gas.
*Este análisis se ha realizado gracias a un código de descarga para Nintendo Switch que nos ha proporcionado JF Games.




